miércoles, 26 de marzo de 2008

TODOS LOS CONTRATOS TIENEN SUS DERECHOS

TODOS LOS CONTRATOS, hasta los que llamamos “basura”, TIENEN SUS DERECHOS

Todo el que esté trabajando tiene que tener un contrato legal.

El contrato no sólo lo tiene que cumplir el trabajador, también lo tiene que cumplir el empresario.

Además de tu contrato individual, hay un contrato que se llama Convenio Colectivo, y que obliga a todos los empresarios y trabajadores de la misma empresa, del mismo sector o rama de actividad.

El empresario tiene obligación de tenerte asegurado desde el primer día de trabajo.

Según la Ley, todos los contratos, si no se dice lo contrario, deberán ser indefinidos.

Los contratos temporales se permiten si se dan ciertos requisitos. Si luego no se cumplen esos requisitos, los contratos resultan un fraude de ley y, si el trabajador lo denuncia, su contrato se convierte automáticamente en indefinido.

Todos los trabajadores tienen derecho a pertenecer a un sindicato y a votar y presentarse a elecciones sindicales. También tienen derecho a reunirse, a ser informado y a hacer huelga.

Todos los trabajadores tienen derecho a ser tratados con respeto, a no ser discriminados, a cobrar puntualmente su salario.



ES IMPORTANTE ESTAR INFORMADO SOBRE LOS DERECHOS QUE TENEMOS
(De los deberes, enseguida se encarga de informarnos el empresario)

Todos los contratos temporales deben hacerse por escrito.


Si tienes un CONTRATO DE FIN DE OBRA debes saber

- que has sido contratado para una obra o servicio determinados, que no se sabe cuánto durará, pero que sí tiene que quedar bien claro en el contrato cuál es el trabajo para el que te contratan.


Si tienes un CONTRATO DE SUSTITUCIÓN debes saber

- que tiene que quedar recogido en el contrato el nombre del trabajador a quien vas a sustituir y la causa de la sustitución.


Si tienes un CONTRATO DE DURACIÓN DETERMINADA debes saber, además del tiempo por el que te contratan,

- que, el mismo, tiene que ser para cumplir con un pedido extraordinario o para sacar adelante un trabajo atrasado, dentro de la actividad normal de la empresa.

- que no puede durar más de seis meses, que si es de menos tiempo, te lo pueden prorrogar, pero que no te pueden estar haciendo estos contratos eternamente.

- que si trabajas más de veinticuatro meses, en un período de treinta, con dos o más contratos, para el mismo puesto de trabajo y en la misma empresa , pasas a ser fijo.


Si tienes un CONTRATO DE FORMACIÓN debes saber

- que parte de tu jornada tiene que estar dedicada a aprender.

- que el empresario tiene que proporcionarte la formación teórica necesaria, dentro de tu jornada.


Si tienes un CONTRATO EN PRÁCTICAS debes saber

- que este contrato es para los que han estudiado, tienen un título y necesitan practicar la teoría aprendida.

- que, en el puesto de trabajo que te asignen, puedes realmente practicar dicha teoría.


Si tienes un CONTRATO FIJO DISCONTINUO debes saber

- que el trabajo para el que te contratan no es continuo, sino que se produce periódicamente, aunque no se sepa la fecha exacta en que se va a producir.

- que, en el contrato, deberá constar la fecha aproximada en que el trabajo se va a producir y el orden en que los fijos-discontinuos se incorporarán, según las necesidades se vayan produciendo.


Si tienes un CONTRATO A TIEMPO PARCIAL debes saber

- que tu contrato deberá ser indefinido cuando el trabajo para el que te contratan sea un trabajo fijo dentro de la actividad normal de la empresa.

- que tu jornada será la pactada en el contrato.

- que no tienes obligación de trabajar más horas de las pactadas, salvo que voluntariamente lo aceptes.

- que tu salario será proporcional a las horas trabajadas.

- que tienes todos los derechos, como los demás trabajadores.

- que también se podrán establecer estos contratos para sustituir o relevar a trabajadores que se han jubilado parcialmente.


Si estás CONTRATADO POR UNA ETT (Empresa de Trabajo Temporal) debes saber

- Que las ETTs tienen dos clases de trabajadores, los que te atienden y contratan, en su oficina, los que te dicen, muy enrollados, “llámame o vente por aquí para ver si tengo algo para ti”, y los que vais a trabajar a otra empresa, enviados por la ETT. La mayoría sois estos últimos.

- Que una cosa es “estar apuntado” en la ETT y otra ser contratado por la ETT para ponerte disposición de otra empresa, con la que la ETT tenga un contrato. La empresa para la que vas a trabajar se llama empresa usuaria. La ETT es la que te paga, te da de alta y cotiza por ti a la Seguridad Social, pero sólo cuando estás trabajando.

- Que podrán formalizarse contratos de puesta a disposición para los mismos supuestos que los de los contratos de duración determinada, o sea, por obra, para atender necesidades extra de producción o para sustituir a un trabajador ausente del trabajo por vacaciones, permisos retribuidos, excedencia y baja de enfermedad o accidente.

- Que no se pueden formalizar dichos contratos para sustituir a trabajadores en huelga, o para cubrir puestos que han quedado vacantes, como consecuencia de despido improcedente o de un expediente de regulación.

- Que los trabajadores de ETT, puestos a disposición, tienen TODOS los derechos y obligaciones de los trabajadores en general y los que rijan, por convenio, en la empresa usuaria.

- Que debes cobrar, como mínimo, el salario y los complementos que correspondan al puesto de trabajo y la categoría que ocupes, según el convenio de la empresa usuaria. Que al salario se le pueden añadir, prorrateadas (repartidas a partes iguales, mes a mes) las partes proporcionales de pagas extra, vacaciones e indemnización correspondientes a la duración del contrato. No te engañes, por tanto, si ves que cobras al mes más que los de la empresa usuaria. Es que cobras por adelantado lo que ellos cobrarán en su momento.

- Que la ETT es la responsable de darte la información y formación necesaria, en materia de seguridad en el trabajo, para el puesto de trabajo que vayas a desempeñar. Pero que, si la ETT no cumple, la responsable última es la empresa usuaria. No se pueden formalizar estos contratos para cubrir puestos o realizar trabajos especialmente peligrosos.

- Que, para cualquier problema que tengas, dentro de la empresa usuaria, puedes acudir al Comité de empresa y delegados de personal de ésta empresa.

- Que, en la empresa usuaria, trabajarás a sus órdenes, bajo su dirección y según su organización del trabajo. La empresa usuaria deberá proporcionarte los materiales, máquinas y herramientas, así como los medios de protección necesarios para el trabajo.


Si FORMAS PARTE DE UNA CONTRATA, si perteneces a una empresa contratada por otra, para realizar trabajos concretos en esta última, debes saber

- Que las empresas sólo pueden contratar a otras para realizar trabajos que no sean los propios de su actividad normal.

- Que está prohibida la cesión de trabajadores o, lo que es lo mismo, no son legales las empresas que sólo hacen de intermediarias en la contratación de trabajadores, sin tener actividad propia, salvo las ETTs.

- Que los trabajadores de la empresa contratada trabajarán a las órdenes y bajo la dirección de ésta, y de ella recibirán los materiales, las herramientas, las máquinas y los elementos de protección necesarios.

- Que los trabajadores de la empresa contratada tienen los derechos y obligaciones regulados en el Convenio por el que su empresa se rija.



TODOS LOS TRABAJADORES CON CONTRATO TEMPORAL TIENEN LOS MISMOS DERECHOS QUE LOS FIJOS, SALVO EN LA DURACIÓN DEL CONTRATO


LA PRECARIEDAD AVANZA

Cada vez son más las personas que no llegan a fin de mes.
Cada vez es más difícil hacer planes de futuro.
Cada vez es más arriesgado meterse en comprar un piso.
Cada vez son más los trabajadores y trabajadoras que no saben si trabajarán el mes que viene, la próxima semana o el día siguiente.

Cada vez hay más trabajadores que no cobran la liquidación al terminar el contrato. Y muchas trabajdoras tienen que firmar el finiquito sin siquiera haber empezado a trabajar.
Cada vez es más difícil saber lo que vas a cobrar a fin de mes, porque el salario ya no es entero fijo, sino que depende de muchas cosas.
Cada vez es más difícil que te den las vacaciones. Y luego ni te las pagan.
Cada vez es más corriente que te hagan un contrato con una jornada y luego te hagan trabajar más horas sin cobrarlas.
Cada vez es más difícil saber a qué atenerse en el trabajo. Te contratan para una cosa y luego te mandan de todo. O te contratan para sustituir a otro temporalmente y no te dicen cuál era su trabajo ni su puesto.
Cada vez desaparecen más puestos de trabajo fijos y los cubren con eventuales. Cada vez las empresas se hacen más pequeñas. Muchos trabajos se contratan fuera y los trabajadores acaban por no saber para qué patrón trabajan ni dónde tienen que reclamar.

Con eso de las ETTs, ya no nos contratan, sino que se nos “apunta para cuando salgan trabajos” y se nos da de alta en la Seguridad Social sólo cuando estamos trabajando.

Cada vez hay más empresarios que no cumplen sus obligaciones, porque nadie les controla ni les castiga.

En la práctica, cada vez trabajamos con menos derechos.

LA PRECARIEDAD NOS ACABARÁ ALCANZANDO A TODOS

NO ES FÁCIL RECLAMAR NUESTROS DERECHOS

Es difícil para los trabajadores fijos reclamarlos individualmente. ¡Cuánto más para los eventuales!

Por eso, es IMPORTANTE pertenecer a un sindicato. Porque los sindicatos están para informarte de tus derechos, para asesorarte y defenderte legalmente y para protegerte de las represalias.

Pero hay que saber que los verdaderos sindicatos no son sólo oficinas donde te solucionan las cosas, sino que son organizaciones de trabajadores y trabajadoras, donde todos aportamos algo, en apoyo de quienes lo necesitan en cada momento.

Al principio se llamaban “Sociedades de Apoyo Mutuo”. Nosotros pretendemos que sigan siéndolo.

Los sindicatos deben ser democráticos, donde la opinión de todos siempre cuente y donde se decidan las cosas democráticamente.

Creerás que sindicatos así ya no existen, o te habrán dicho que “todos son iguales”, que los controlan unos pocos, siempre los mismos, y que sus dirigentes sólo buscan su propio interés.

NOSOTROS, quienes formamos la INTERSINDICAL CÁNTABRA, te brindamos la oportunidad de comprobar, por ti mismo, que hay sindicatos distintos, que atienden tu problema con seriedad, que se comprometen contigo, que te prestan su apoyo y que, sobre todo, te forman y preparan para que puedas defenderte por ti mismo y seas capaz de defender a tus compañeros.



DÓNDE PUEDES CONTACTAR CON NOSOTROS


Intersindical Cántabra

Web: www.intersindicalcantabria.org

Sindicato Cántabro de Asalariados del Metal

Mail:

Sindicato Ferroviario

Santander: Prolong.Andén Principal. Estación RENFE. Pl/Estaciones s/n. C.P.39012. Tfno. Y Fax 942018343.
Web: www.sindicatoferroviariodecantabria.com
Mail: sf.cantabria@sindicatoferroviario.com

Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza de Cantabria y
Sindicato de Trabajadores Asamblearios de Cantabria

Torrelavega: c/ Mártires, 3, 3º, dcha. C.P. 39300. Tfno. 942888074. Fax 942891604
Santander: c/ Jesús de Monasterio, 25, 2º, dcha. C.P. 39008. Tfno. 942233465. Fax 942238243
Web: www.stac-stec.org
Mail: stecsantander@yahoo.es e info@stac-stec.org


Sindicato Unitario de Cantabria

Torrelavega: c/ Augusto G. Linares 3, 1º. C.P. 39300. Tfno. y Fax 942893562
Web: www.sindicatounitariodecantabria.org
Mail: info@sindicatounitariodecantabria.org

Mesa de Sindicatos Asamblearios de Cantabria




miércoles, 19 de marzo de 2008

LA PRECARIDAD TIENE NOMBRE DE MUJER

8 de Marzo: Día Internacional de la Mujer Trabajadora

DIARIO DE UNA PRECARIA

Salió de casa a las 7 de la mañana después de dar el desayuno a todos, vestir a sus hijos, hacer las camas, recoger el cuarto de la abuela, poner una lavadora y asearse velozmente. La jornada laboral comenzaba a las 8, después de dejar a los niños en la guardería y en la escuela.

Su vivienda, alejada del lugar de trabajo le trastorna. Hubiera podido llegar en poco rato, caminando saludablemente, si hubiera comprado o alquilado en los alrededores del sitio donde trabaja. Hay muchas viviendas y están vacías, pero son caras.
La zona donde vive está mal comunicada, los horarios del tren no le vienen bien, y el autobús tarda demasiado, así que se hace imprescindible madrugar.

Como todos los días, su encargado la recibió demasiado afectuosamente, esperando “una respuesta”. Ella le sonrió y prosiguió, aunque con miedo, esperando que a él no se le agotara la paciencia, o acabase fijándose en otra.

Trabaja de limpiadora, haciendo camas, fregando baños o planchando, pero también tiene que estar disponible si es necesario poner un café o servir una mesa. El dolor de espalda la acompaña como cada día. Antes trabajó en una casa, sin contrato, y por la mitad de lo que cobra ahora, haciendo lo mismo, que es “para lo único que sirve”.

Saldría a las 5 de la tarde a tiempo para recoger a los niños del colegio. Eso sería posible, sólo, si no le obligaran a meter horas extraordinarias (pagadas extraordinariamente, o sea, “fuera de nómina, sin repercusión en la paga extra, ni en el subsidio de paro, ni en la jubilación”. Ahora sabe lo que todo esto significa, porque hasta ahora, después de 9 años de experiencia laboral nunca había tenido un contrato).
O tal vez sería ella quien prolongara la jornada 1 ó 2 horas más para completar el escaso salario al que estamos acostumbradas. Y es que si no se queda ella, otras lo harán. Además, meter horas la ayudaría a “sumar puntos” de cara a la renovación del contrato por sexta vez este año.

Probablemente vería a su familia, entre sueños, durante un rato, 2 ó 3 horas. Hablaría con sus hijos, prepararía los alimentos, limpiaría y ordenaría la casa. Como siempre, este trabajo le toca a ella. Este sí es un contrato indefinido, aunque ella no recuerda haberlo firmado nunca.

Los días libres se le consumen en ir de compras, profundizar la limpieza del hogar, ponerse al día sobre las aventuras de los hijos, de los famosos de la tele, etc., todo lo demás puede esperar a las vacaciones, si la economía le permite cogerlas, claro.

Por la noche, todos ya dormidos, tuvo unos minutos para pensar que “todo sería un poco más fácil si la guardería y el comedor escolar fueran gratuitos,… si la abuela pudiera echarme una mano en lugar de darme más trabajo,…o él,… si pudiera ahorrar para comprarme un coche aunque fuera de segunda mano,… si pudiera encontrar un trabajo mejor,… o al menos, si no tuviera que preocuparme por perder el que tengo,…podría buscar ayuda,…ir a una asociación,…o a un sindicato de esos,…pero para qué,… dicen que las cosas van a cambiar, que han hecho leyes, pero… las leyes aquí no valen, son puras mentiras…”

Podría haber estado toda la noche imaginando, pero estaba tan cansada que se quedó dormida.


Este simple relato ha querido reflejar la situación más común de millones de mujeres que todos los días soportan una doble jornada laboral, tanto dentro como fuera de casa.

Dentro de casa: desde el cuidado de la familia hasta la administración de un hogar, simplezas cotidianas que damos por hecho que corresponden a la mujer. Este trabajo invisible que realizan las mujeres rara vez se reconoce y se comprende, y menos aún, se comparte.

Fuera de casa: con su incorporación al mundo del trabajo, donde, sus condiciones laborales son muy precarias. Eventualidad, contratos temporales, baja calidad de los empleos, segregación ocupacional, paulatina incorporación de la jornada parcial, jornadas irregulares, horarios interminables, sin convenios, sin vacaciones, ni permisos, ni bajas por enfermedad, ni por maternidad, con gran desprotección social, salarios más bajos, y muchísimas veces sin contrato alguno.

Pero seamos “serios o serias” y acudamos a los datos oficiales.
Según el ICANE (Instituto Cántabro de Estadística) sobre el pasado año:

En Cantabria, como en el resto del Estado, casi el 63% de las mujeres son consideradas inactivas. De éstas, cerca del 30% se ocupa del trabajo doméstico. El resto son estudiantes, jubiladas o prejubiladas, o perciben alguna pensión, y suponemos que también carguen con el trabajo de su hogar.
El 37% del total de las mujeres se consideran activas, es decir, buscan un trabajo fuera de casa, pero poco menos de la mitad están trabajando, el resto está en paro. El paro femenino casi es el doble que el masculino.
El paro femenino afecta sobre todo a las edades comprendidas entre 25 y 34 años, es decir, mujeres jóvenes.
Sólo el 11% de las mujeres tiene un contrato indefinido, mientras que el 89% tiene contratos temporales (por obra o servicio, por circunstancias de la producción, o interinidad).
Como siempre, en los estudios estadísticos no aparecen los porcentajes de personas que trabajan sin contrato, que en el caso de las mujeres es bastante alto, sobre todo en ciertas actividades como el empleo doméstico.
El 96% de las mujeres trabaja en el sector servicios, es decir, comercio, hostelería, educación, sanidad, servicios sociales y empleo doméstico.
En cuanto al tipo de jornada laboral, el 83% de mujeres trabaja a jornada parcial.

En resumen: más inseguridad, más inestabilidad y más precariedad.

La precariedad, al igual que la pobreza, tiene cara de mujer. Está claro que la precariedad afecta a todos los trabajadores, por el simple hecho de serlo, en un sistema capitalista donde la explotación y la desigualdad están a la orden del día, donde la acumulación de capital es una batalla diaria para el empresario, a cualquier precio. Y las mujeres se llevan la peor parte. Pero aún existen situaciones mucho peores cuando hablamos de la mujer inmigrante, muchas viviendo sin papeles, en la ilegalidad, obligadas a aceptar cualquier tipo de trabajo a cambio de ingresos miserables, abusos y jornadas laborales interminables.

Este 8 de marzo, día de la mujer trabajadora, reivindicamos un año más el derecho de la mujer a un trabajo digno, fijo y seguro, en estos tiempos de capitalismo atroz, de precariedad, discriminación y violencia machista.
Decimos:
“Mujer, no te pierdas en el silencio, organízate y lucha”.

GRUPO DE MUJERES DEL SINDICATO UNITARIO DE CANTABRIA

PRECARIOS SOMOS TODOS...

...PERO UNOS MÁS QUE OTROS

Escuchemos la voz de los super… PRECARIOS:

“Está fatal”
“Yo creo que está así porque lo permiten”
“Lo permitimos primero nosotros porque aceptamos todas las condiciones”
“De repente, empezó a haber mucho trabajo… cogen mucha gente y…luego van a la quiebra. Debería haber un control”
“Está todo tan mal que se abusa muchísimo”
“Es que tengo esto, pero es que si no trago, no voy a tener ni esto”
“Si trabajo hay, claro que hay, pero no es vergonzoso? No es humillante?”
“De entrada no te dicen para cuanto vas a tener”
“En la última empresa que estuve me ofrecían un contrato mercantil, sin sueldo, a comi-sión, poniendo yo el coche. Ellos no arriesgan nada. Realmente son ellos los que cobran comisión de mi trabajo”
“No te dan ni un papel firmado, que daría más confianza, aunque…tampoco es nada”
“Al final, nada de lo prometido se cumple, siempre ganas menos”
“Creo que han levantado la veda y dicen: a matar obreros que trabajen por cuatro duros”
“No conocemos los convenios, y es culpa nuestra”
“Si reclamas te dicen, esto es lo que hay y, si no quieres, ahí está la puerta”
“Los de arriba, como siempre, contra los de abajo”
“Hay que estar más informado, aunque los de arriba tengan todas las de ganar”
“Muchas veces influye el miedo”
“Lo que pasa es que tampoco les interesa que estemos informados”
“Yo, ahora mismo, tengo ese problema, no tengo contrato, me quiero meter en un piso y en el banco no me han exigido una nómina, sólo un justificante de que estoy trabajando y, ni siquiera eso me dan”
“Es un descontrol psicológico no estar fijo”
“Estar fijo, sabes lo que vas a seguir ganando, puedes cubrir, tienes tranquilidad, aunque no puedas aspirar a grandes cosas”
“No hay estabilidad, no te puedes plantear nada… a cierta distancia. Me quiero ir de casa de mis padres, pero si mañana se me acaba el contrato ¿a dónde voy? ¿Me quedo en la calle, o vuelvo?
“Es horroroso encontrar trabajo después de los 25 años. Como ellos no tienen bonificación, no hay quién te contrate”
“Piden gente con capa, como Superman, te piden cuatro idiomas, dos carreras, … ¿Cuánta gente tiene eso?
“Trabajar es prioritario, tienes que dar de comer a tus hijos, te agarras a lo que sea”
“Si no trabajas te quedas sin nada”
“¿Qué más da cómo sea el trabajo? Es que si no… te da miedo. Está todo tan mal!”
“Creo que a todo el mundo, en general, le da miedo decir no, porque lo que encuentre va a ser peor. Para eso, me quedo donde estoy”
“El problema es que haya paro. Pero creo que les interesa. Si tú no aceptas lo que te ofrecen, pegan una patada y salen 40”
“Llevo año y medio trabajando sin contrato”
“Y yo por semanas
“Yo por días”
“Yo doy gracias a Dios porque estoy fijo”
“Mi marido ha empezado a trabajar en una obra y ha firmado el finiquito. Ha firmado todo… un poco por necesidad”
“Creo que yo también lo firmaría, porque es que te ves, yo, en mi situación… que bueno, que si voy a trabajar dos meses, eso que tengo”
“Aunque, … si firmo el finiquito pierda el desempleo”
“Pero, si yo ni siquiera tengo paro”
“Es que la opción es entre cero o que te hagan la pirula y cobres la mitad”
“Para acumular un año tienes que pasar por cantidad de empresas y cantidad de movidas”
”Sí, yo también firmaría . Voy a estar cobrando cuatro meses. Está mal. Lo reconozco. Pero es que te tienen atrapada”
“Es que, según tus circunstancias, es normal”
“Ya se que puedo reclamar el despido. Pero esperaré, porque me han dicho que puede que me llamen”
“¿Y no vas a firmar? Cuando necesitas el dinero piensas: voy a perder tiempo y un dinero que no voy a ganar mientras reclamo mis derechos”
“Es que no se puede esperar de la justicia, porque si te planteas denunciar a alguien, ves lo que puede tardar en salir el juicio y, mientras tanto ¿qué?
“El contrato seguro que está mal, tampoco te preocupas, lo das por hecho que tiene que ser así, y tampoco nos molestamos, yo pienso que es mucha comodidad por nuestra parte”
“Si está claro, en gran parte es responsabilidad nuestra, eso es innegable”
“La imagen que trasmiten, desde luego, los medios de comunicación es la de que, si te mojas, llevas las de perder”
“Es que yo no quiero poner un juicio, quiero un trabajo”
“Yo creo que no iría de testigo a favor de un compañero. Creo que sería tan egoísta y tan cabrón como para no ir. Sobre todo si fuese en un trabajo en que me encontrase a gusto”
“Lo que sí es verdad es que, en el trabajo, como en casi todas las cosas, si no enseñas los dientes no te respetan, … pero casi nunca los enseñas”
“El que manda es el jefe… porque yo ahora me pongo a hacer un contrato, yo soy la empresa y el trabajador eres tú, por ejemplo, y pongo lo que me da la gana… y te doy un contrato… y tú firmas”
“Por eso, te digo, lo primero que tienes que evitar es caer mal, hacer cualquier cosa mal, porque, entonces, igual que corre lo bueno, se corre lo malo, y ya te cortas el paso allí para siempre”
“Si vas a una de esas entrevistas y estás trabajando es diferente. Que me dicen que no, pues estoy trabajando. Pero cuánta gente va sin tener un trabajo! Yo me he podido permitir el lujo de escoger. Pido, si no me lo dan, pues sigo donde estoy. Otra vez será”
“No tengo contrato. No es que esté bien, tienes inseguridad, pero, bueno, yo trabajo mis ocho horas y punto, tengo mis pagas extras y todo, pero no tengo contrato, pero, o sea, estoy descontenta en este aspecto, porque no tengo ninguna seguridad. Si mañana me dicen que me marche, me tengo que marchar”
“Si tú dices: yo sólo trabajo cuatro horas y te vas, mañana no vuelves. Y, encima, puede que ni te paguen las cuatro que has trabajado. Y te quedas sin nada”
“Pero es que soy muy orgulloso. Joder, que te digan: tienes un contrato de diez meses, pero tienes que firmar la baja por adelantado… es que eso ya te está poniendo la mano en el culo”
“Pues yo lo firmo”
“Yo no lo firmo, me parece poco serio”
“Uno de los últimos contratos que he hecho… es que ni siquiera nos dejaron verlo…yo me fui a un rincón para intentar leerlo y aquí el tío, mirándome, como diciendo: devuelve el contrato, que esto no lo puedes leer. Y yo diciendo: si son las normas en las que voy a trabajar!”
“Ya sabemos. Te contratan para unos servicios determinados, pero no se dicen cuáles son”
“Pero puedes reclamar que te hagan fijo”
“¿Para qué quieres que te hagan fijo, si luego te van a hacer la vida imposible?”
“Yo conozco casos en que han readmitido, pero les han hecho la vida imposible de tal manera que han acabado yéndose”
“Yo entré de administrativa, pero, a los dos días, se marchó la chica de la limpieza, y ya me ves a mí echando lejía a los baños”
“¿Horas? Cuantas más mejor. Es que estamos en lo mismo, si no ganas lo suficiente…”
“Y es que, si te niegas, te echan a la calle. A mí me ha pasado”
“Te sientes muy presionado. Siempre te doblegas un poco, para dar buena imagen, a ver si, aquí, duras algo más”
“O pasas por el aro, o no te vuelvo a contratar”
“Y ¿qué haces? Si no tienes otro trabajo, tendrás que tragar”
“Todo el mundo traga”
“Y, si no, te vas al paro. Y vas a ir igual. Pero, si tienes cinco meses de trabajo…?
“Porque llaman a 100.000 personas ¿no? Antes había gente que… había más trabajo, yo que sé, o era en otras condiciones, pero, hoy en día, hay muchísimas personas”
“También yo pienso que traga más la mujer que el hombre. Porque, al fin y al cabo, las mujeres que estamos trabajando somos secundarias”
“Yo he trabajado mucho en hostelería y siempre he oído lo mismo: aquí se entra a la hora, pero no se sabe cuándo se sale”
“Es que todo el mundo lo sabe”
“Y es que el empresario puede decir que te pone cuarenta horas y te exige luego se-senta”
“O dice que son extra, y te las paga como quiere, o no te las paga”
“Pero las haces porque quieres, porque lo has aceptado”
“Es que es una situación tan de sumisión, tan de decir sí…! Es que ni siquiera eso te mereces, te mereces aún mucho menos… como que te tienen ahí por lástima”
“Yo sí se lo he planteado y me ha dicho: Esto son lentejas…”
“No hay diálogo, no hay razonamiento, no te dejan ni explicarte!”
“¿Qué pasa? ¿Es que no estás contenta? Pues chica, vete. Y, en mi caso, es que no me quiero marchar, porque pienso que, si hasta ahora he conseguido poco, si me marcho por mi cuenta, menos todavía”
“No me hables de legalidades. Eso será en otras empresas. En mi empresa hay leyes aparte, o sea, no existen, no son oficiales, pero se cumplen, las cumplimos todos… y sabemos que no es legal… pero, ¿cómo lo hace? ¿cómo lo oculta? No tengo ni idea”
“Yo creo que siempre están en la cuerda floja, la legalidad lo justito”
“Los empresarios lo tienen todo a su favor. Te despiden y, encima, parecen que les premian. Les rebajan la indemnización, y luego les dan bonificaciones por contratar a otra”
“Conozco un empresario, con 200 obreros, los tiene con las tuercas bien apretadas, explotándoles, con contratos basura, o sin contrato, miles de circunstancias, y está fo-rrándose”
“Muchas veces trabajas dos meses en una empresa y, a lo mejor, te están quitando las vacaciones, o te están haciendo trabajar una hora más sin pagártela, o no te dan horas libres, y mil cosas, o te hacen trabajar fines de semana, y no se qué. Pues no te merece la pena denunciarlo. No te merece la pena”
“Porque llega el inspector y te dice: ¿tienes contrato? Y aunque tengas unas ganas terribles de decir que no y que me están haciendo esto y esto, no puedes, porque tienes al otro detrás, mirándote, como diciendo: Como te pases un pelo…!”
“Saben que te tienen atrapado. Pero, vamos, también mucha culpa está en nosotros”
“La culpa es nuestra, pero si ves los motivos, no es tanta. El empresario debiera tener más controles”
“Pero no tienen esos controles porque no nos movilizamos”
“Pero, el Estado, si ha hecho esas leyes, debería obligar a cumplirlas”
“Yo creo que estamos tan hundidos moralmente que ni nos molestamos en reclamar nuestros derechos”
“También creo que hay muy poca información. Porque yo, hasta que me has hablado de ello, no sabía ni lo que era la Delegación de Trabajo, ni que había inspectores”
“Pero, ¿para qué vas a denunciar? ¿para quedarte en la calle? Si no te va a poyar nadie”
“Yo, ahora, me toca cobrar el finiquito, porque llevo ya seis meses, pero sé que no lo voy a cobrar, pero ¿qué pasa? A mí esa gente me va a volver a llamar, es el único punto de enganche para poder vivir. Si los denuncio, corto el paso para toda mi vida. Prefiero que me llamen, que si hay algún trabajo, pues que me llamen. Si los denuncio, desde luego, no me vuelven a llamar”
“Ya sé que la denuncia puede ser anónima, pero yo, por si acaso, ni lo intento. No pienso que sea tan anónima, y no me juego mi futuro”
“¿Que le pongan una multa? ¿Que le digan: tienes que readmitirla? Sí. Y el empresario, al día siguiente te dice: bueno, rica, vale tu denuncia, pero te vas a la puta calle”
“Aunque te indemnicen, no compensa”
“Y si te dedicas a denunciar, al hacer el currículo ¿qué pones? No puedes poner los últimos trabajos como referencia porque te descubres. Hay muchas empresas que llaman. Y ponte que llaman a una donde has denunciado: Sí, es muy maja, nos ha llevado a Magistratura. Es la pescadilla que se come la cola. Eso lo miran muchísimo las em-presas”
“Volvemos a lo mismo. Si tu situación te lo permite dices: voy a ser cabeza de turco. Y lo haces. Pero, si no tienes ingresos, paso del tema y me busco otro trabajo y, si no, aguanto aquí hasta que me salga”
“Lo que pasa es que, a mi parecer, de eso se aprovechan, de que no tienes dinero, y por eso se calla la gente o le tapan la boca”
“Los perjudicados somos nosotros”
“Me fui a Magistratura y con eso ¿qué gané? A ése le gané, pero no hubo acuerdo, claro, me he liado en juicios, me pagó una porquería y me quedé sin trabajo. O sea, es que llevarlos a Magistratura es arriesgarse más. Y no sería la primera que después de ganar el juicio, no te quedan ganas de volver a trabajar con él”
“Hubo una cantidad de dinero que no he podido coger porque no denuncié a tiempo, porque no estaba enterada que había plazos. Pero, el muy cabrón, no supo decirme a la cara que me despedía. No te vas a quedar en la calle. Ya hablo con mi mujer, que nos hemos quedado sin chica en la tienda. Me debía las vacaciones, las trabajé con su mujer, otros quince días más y sólo cotizó por mí un día. Y quería que le firmara el papel del finiquito. Y como le dije que no me puso de todo y un poco más”
“Hay veces que sí se acude a la legalidad, es un poco lo que comentabas, que te jodes hasta que acabe todo el proceso. Yo ese tiempo lo dedico a buscar otro trabajo, porque sé que allí no voy a volver. Pero es que no quiero volver”
“Estas cosas laborales deberían, creo yo, ser lo primero ¿no? Te llevas peleando con tu jefe no se sabe cuánto por un dinero que es tuyo. Deberían darle prioridad, pero, sin embargo, ves… pero es que no lo entiendo. Además, hay veces en que depende de la denuncia que hayas puesto que no puedes trabajar en otro sitio hasta que se resuelva el juicio”
“La cuestión no son los abogados, la cuestión es la justicia. Yo creo que dudamos más de la justicia que de los abogados”
“Sí, la imagen de la justicia es lamentable”
“Pero, si tú has aceptado algo ilegal, a sabiendas, cómo vas a denunciar después”
“Yo he sido cumplidor siempre, pero eso no quiere decir que me haya sentido obligado a ser leal al empresario”
“Había una señora trabajando en mi empresa. Estaba ilegal. Acabó la relación y llevó a juicio a mi jefe. Y tenía que llevar de testigos a mis compañeros de trabajo. Y ninguno quiso ir, porque el jefe les amenazó claramente. Al que vaya de testigo no le renuevo el contrato”
“Lo que decías tú antes un poco, yo creo que no nos sentimos apoyados por los compañeros. Yo creo que el principal problema es ese, que como sabes que los contratos no son largos, o aunque estés fijo, pues no tienes respaldo, no vas a tener testigos. ¿Quién se moja por ti?
“Yo creo que lo vemos muy claro si preguntamos aquí: tú ¿lo harías por un compañero?”
“Yo en el caso de antes, al que no quiso ir de testigo no se lo podría echar en cara. Tiene un montón de hijos”
“Entonces, ¿qué haces? ¿Metes mano o no metes mano?”
“Lo que yo sí pienso es que, en este país, debería haber un inspector de inspectores. Alguien que les diga que no se pueden hacer esos contratos, que no se los dan de alta. Y más cosas”
“Yo no entiendo de leyes, pero me da lo mismo. Siempre te pillan. El que hizo la ley…”
“La mayoría de nosotros, de la gente de nuestro nivel laboral, estamos poco informados de nuestros derechos”
“Pero es que yo pienso, vamos, yo por mí hablo, sinceramente, me cojo unos cabreos increíbles. O sea, que tengo que aguantarme. Ni se me ocurre contar con nadie. Es inútil”
“Es que yo no puedo decirle a mi hija: voy a ser una tía cojonuda, pero mañana no comes. Es que no puedo hacerlo. Sé que no lo iba a entender. Pero, es que es igual. Pagar las facturas a fin de mes no es cosa que haya que entender.”
“Es que nadie va a dar la cara por ti”
“Ahí es a donde van todos, donde estoy yo, cada uno a lo suyo, y que no les toque la china”
“Cuando he comentado a la gente la de cosas que están mal se me echaban encima: ¿qué quieres? ¿qué nos echen a la calle? Yo esto es lo único que tengo para vivir. Y sólo faltaba que cerrasen la empresa por nuestra culpa”
“Al final te sientes avergonzado. Te dicen ¿Quién eres tú para buscarme a mí un marrón? Y te miran con un odio… ¿quién eres tú para meternos en estos líos?”
“Han tirado por tierra todo. Lo hemos tirado, con tanto tragar.”
“Y, por si fuera poco, los inmigrantes. Les pagan cuatro perras y trabajan como animales.”
“Hacen más trabajo que nosotros. Porque están más acostumbrados, son más burros trabajando”
“Y tienen más necesidad”
“Antes, cuentan que era distinto. La gente se movía, se arriesgaba más”
“Pero es que había trabajo. Mi padre una vez, cambió de trabajo tres veces en una semana porque quiso”
“Pero, aun así, la gente era distinta, tenían menos miedo, que sé yo”
“Bueno, eso es lo que dicen. Otras cosas tendrían”
“Pero conseguían cosas”
“Hoy no hay quien haga nada. Yo he estado con auténticos tiranos. Hoy no hay quien haga nada, no hay. Somos máquinas y ni te puedes poner malo, ni estornudar, ni ir al servicio”
“Pienso que habría que regular un poco más la situación de los trabajadores”
“Antes había otra situación. Te hacían fijo al año, o a los tres, pero te hacían fijo”
“Hoy un contrato fijo no es nada, porque te echan igual. Antes era distinto. Tenías una seguridad”
“Pues mira, fijos y temporales, los fijos parece que están por encima. El fijo siempre va a tener, el eventual se lo tiene que currar todos los días”
“Y si hay que ir a la huelga, que no sea el eventual el que lo diga primero. Que se mojen los fijos”
“Si uno hace huelga con contrato temporal lo largan. Mientras que si fueran todos, ¿me entiendes? Se haría más fuerza”
“Tenemos que ser todos unidos”
“Pero siempre hay alguno”
“Sí, como uno que era fijo y que decía que si a él le subían el sueldo no le importaba que echasen a los eventuales”
“Y nadie le dijo nada!”
“Al temporal lo echan y ya está, sin problema ninguno”
“En la empresa en que yo estaba, los fijos tenían más descansos, y nosotros teníamos que hacer trabajos que ellos no hacían”
“En todas las empresas, cuando entras a trabajar, la gente está como distante contigo, porque claro, dicen, ahora meten a cuatro o cinco chavales que no saben de qué va esto y tragan con todo y, al final, sobraremos los fijos”
“Lo chungo es que cuando ellos tienen movida con el jefe te dicen: tienes que unirte con nosotros para hacer fuerza… Pero, cuando se trata de lo nuestro, se llaman a andanas”
“Yo pienso si merece la pena que yo les apoye. Es triste, pero es así. También es triste que te encuentres solo cuando tienes un problema”
“Dicen que como eres temporal que no se puede hacer nada. O que, como son fijos, se juegan mucho”
“Cuando les necesitas es cuando no te apoyan”
“La gente fija no va a luchar por ciertas cosas… porque ya las tienen conseguidas. Y la de contrato tiene miedo a perderlo”
“Y los sindicatos no te solucionan nada, o poco”
“Porque ellos trabajan en la empresa y tienen que apoyar un poco, pero también suelen apoyar al empresario. Y no te asesoran demasiado, porque tampoco ellos tienen demasiados conocimientos”
“Están un poco en un término medio. Es preferible que te asesores fuera”
“Yo creo que están más al servicio de las empresas que de los trabajadores. Hablan mucho, pero luego… Alguna vez, han ido a la huelga y después se han bajado los pantalones… y los que lo han pagado han sido los trabajadores”
“Es que van a lo suyo, a colocarse”
“Peor estaríamos sin representantes”
“No lo sé”
“No vas a pagar una cuota para que no te den soluciones”
“Es que no te merecen confianza, yo qué sé, la gente pasa”
“Pero pueden servir para unirnos, aunque no nos convenzan”
“Pero tampoco te pueden obligar. Yo si estoy a gusto en el trabajo, no tengo por qué hacer huelga”
“Si tienes razones para no hacerla, ¿quién te puede quitar tus derechos? Si tú quieres trabajar…”
“Para eso hay democracia, exactamente. Cada uno defiende sus derechos”
“El 99 por ciento del Comité eran pelotas de los jefes. Mi pareja trabaja en una empresa grande y también hay Comité, y están a favor del empresario, no del trabajador”
“Es que están en la empresa, son de la empresa, ¿cómo van a tirar piedras sobre su tejado?”
“Pero los elegimos los trabajadores para que nos defiendan”
“Sí eso es muy bonito”
“La verdad es que a mis compañeros y a mí nos han servido de ayuda”
“Pues seréis los únicos”
“Mucha gente se apunta al Comité para conseguir lo más que pueda para sí”
“¿Qué te ha conseguido a ti el sindicato?”
“No sé si podrán hacer algo o no podrán, hasta qué punto te pueden ayudar”
“Por lo menos te podían informar”
“A veces son los que más te ocultan las cosas”
“Yo creo que, en estos años, han cedido demasiado en eso de los contratos nuevos que han salido”
“Los temporales no les importamos porque la mayoría de sus afiliados son fijos. Dicen que los eventuales estamos de paso, que tenemos razón, pero que ya pasaremos a fijos. No te hacen realmente mucho caso”
“Pero, a la hora de hacer fuerza, bien que nos presionan a los eventuales”
“O sea, que para unas cosas somos trabajadores y para otras no”
“Si yo pido una cosa es porque hace falta, pídela conmigo, qué más da que sea fijo o eventual”
“Oye, aquí, cuando les conviene, todos somos trabajadores”
“Trabajadores lo somos siempre”
“¡Y lo que nos queda!”












MÁS DE 100.000 PRECARIOS EN CANTABRIA

En Cantabria, en el tercer trimestre del 2007, había 15.400 parados y 64.100 trabajadores con contrato temporal. De éstos, 55.900 están en el sector privado y 8.200 en el público. Además, del total de trabajadores con empleo, que eran 261.300, en ese momento, 23.300 tenían un contrato a tiempo parcial, o sea, no de jornada completa, de los que, la mayoría eran, a su vez, eventuales.

DATOS PARA CONOCER LA REALIDAD DE LA PRECARIEDAD EN CANTABRIA

Teóricamente, y según la doctrina de la economía oficial, la capacidad económica de un país depende del volumen de su Población Activa, o sea, del número de personas con edad adecuada y dispuestas a trabajar, de la posibilidad real de darles trabajo y de que ese trabajo sea, en términos comparativos, rentable, o sea, que en el mismo tiempo de trabajo, el conjunto de los trabajadores produzcan más y mejor que los de otros países. A más trabajo y más productividad mayor producción de riqueza. Pero, en la producción de la riqueza, no todos los ciudadanos participan de igual manera, ni todos participan, por igual, en sus beneficios. Por eso, hablar de capacidad económica de un país, de producto interior bruto, y de términos semejantes, a los que estamos tan acostumbrados, para la vida de la mayoría de los ciudadanos, suele decir poco o nada. Más real será hablar de posibilidades de llegar a fin de mes, de poder hacer planes de futuro, de asegurar unos ingresos cuando ya no se pueda trabajar, de dar formación a los hijos, de tener una vivienda digna y unos servicios suficientes y de calidad. En resumen, lo que verdaderamente importa es medir hasta qué punto uno puede vivir sin sobresaltos, sin angustias y con capacidad real para elegir entre lo que verdaderamente importa.

Discutir si con este sistema, con esta manera de entender la vida y organizar la economía, esa capacidad de elegir serena y libremente, cada individuo, sobre su vida, puede llegar a tenerla toda o la mayoría de la población, es una cuestión que nunca puede ser ajena a la preocupación de los sindicatos. Pero hacerlo sobre bases concretas, sobre datos de la realidad es una necesidad imperiosa si queremos que otros muchos sean conscientes de la situación y puedan llegar a tener claro si nos debemos conformar con lo esencial de esta manera de organizar la sociedad o debemos trabajar también para intentar transformarla profundamente.

Tradicionalmente, la izquierda ha hablado de la necesidad que tiene el sistema de la existencia de un ejército de parados entre la población, para que la máquina de la explotación funcione y quienes detentan el poder real sobre las personas y las cosas aumenten sus beneficios. Se ha dado por supuesto siempre que, cuantos más parados haya, más fácil será bajar los salarios de los que tienen empleo, con lo que el beneficio del empresario aumenta. Pero la sociedad ha ido evolucionando, de tal manera que ha llegado un momento en que no todos los parados buscaban empleo, bien porque el llamado Estado del Bienestar empezaba a ofrecer ayudas sociales, o bien porque quedaban espacios todavía libres para buscarse la vida individualmente, sin necesidad de trabajar para otro. Y esto no interesaba, no interesa al sistema. El ejército de parados amenazaba con no presionar sobre los salarios de los que tenían empleo, porque “pasaban” de trabajar para otro.

De ahí que, a partir de un momento determinado, las presiones del sistema han ido encaminadas a sustituir el ejército de parados por el de precarios. Dicho de otra manera, el objetivo ahora es que aumente el número de trabajadores y trabajadoras que buscan empleo y que se encuentren en una situación inestable, pasando del paro al contrato eventual y del contrato eventual al paro. Que, consiguientemente, cada vez haya más personas dispuestas a trabajar pero que, además, necesiten trabajar, y que lo necesiten imperiosamente y que no encuentren otra manera que empleándose en trabajar para otro, con los menos derechos posibles, y por el tiempo que sea, aunque sean sólo unas horas. Medidas, encaminadas al logro de este objetivo, vienen siendo el encarecimiento del costo de la vida, sobre todo, de algunos componentes básicos, como la vivienda, la pérdida de poder adquisitivo de los salarios, la reducción de la protección social, no sólo con la disminución del número de parados con subsidio, sino con la reducción de las coberturas de los servicios públicos o su privatización, que nos obliga a pagar, ahora, por muchas cosas que antes teníamos gratis, etc. Y, consiguientemente, el aumento de la población activa, de los que están dispuestos a trabajar y buscan empleo, facilitando el acceso de la mujer al trabajo fuera del hogar, poniendo trabas a quien quiera buscarse la vida por su cuenta, aumentando el número de trabajadores eventuales, de forma que, sin aumentar el paro, cada vez sean más los que se vean afectados por él. La proporción de asalariados cada vez es mayor entre los que trabajan. Y la de precarios también.

En Cantabria, los asalariados oficiales son el 76% de los que trabajan, 210.800 sobre 276.700, a los que, sin duda, hay que añadir una parte importante de los autónomos, falsos autónomos que dependen absolutamente de que les den trabajo empresas mayores, las cuales les fijan los precios, los plazos de entrega y les exigen niveles de calidad, muchas veces inalcanzables. De los asalariados, 171.300 lo son del sector privado y 39.500 del público. Y, dentro de todos ellos, los precarios, sin contrato estable y en el paro, 79.500 sobre 210.800, el 38%. De estos, como queda dicho, 8.200 son del sector público. Condición de precarios tienen, también,, indiscutiblemente, aquellos cuya jornada no es completa y cuyos ingresos son del todo insuficientes. Y la Población Activa, el número de los que trabajan o quieren trabajar, aumenta, año tras año, un 3% en el último, sin que el aumento del empleo lo haga en la misma proporción.

Toda esta situación no la sufren por igual todos los ciudadanos. Existen colectivos especialmente perjudicados, como son, las mujeres y los jóvenes.

En los contratos a tiempo parcial, mientras entre los hombres afectan al 3%, 4.100 sobre 151.700, en las mujeres son 19.200 sobre109.600, el 18%. No obstante, la jornada media entre las mujeres es de 28 horas y la de los hombres de 33. Los jóvenes entre 16 y 24 años trabajan 34 horas semanales de promedio.

La temporalidad, en sus distintas modalidades de contrato, afecta, así mismo, más a las mujeres que a los hombres. 31.000 hombres son eventuales frente a 86.000 fijos, un 27%, mientras que mujeres eventuales son 32.600 frente a 60.600, el 35%. En todo caso, también habrá que analizar, aunque no sea un dato estadístico, el grado en que el componente de precariedad se manifiesta en cada modalidad de contrato temporal de las empleadas (por obra, por circunstancias de la producción, interinidad, etc.) y la incidencia, en número, que cada una de ellas ejerce en el conjunto de los contratos eventuales.

El paro tampoco afecta a todos por igual. De un total de 15.400 parados en el 3er. Trimestre de 2007, 7.900 son hombres frente a 7.500 que son mujeres. Pero la diferencia está en que las paradas representan un 6% del total de mujeres en disposición de trabajar, mientras que, entre los hombres, son el 5%. A esta diferencia habría que añadir la incidencia que sobre los datos pudieran tener las más de 60.000 mujeres que no demandan empleo porque las labores del hogar, de hecho, se lo impiden.

Y el otro colectivo al que afecta el paro y la eventualidad,, de manera especial, es el de los jóvenes. Los jóvenes de 16 a 30 años, representan el 33% del total de población en edad de trabajar, la comprendida entre 16 y 64 años, 118.600 sobre 361.946. De ellos, 28.700 son estudiantes, 6.100 son parados y el resto, 83.400, trabajan, con lo que el índice de paro en esa franja de edad es del 7%. También aquí, el paro afecta más a las mujeres jóvenes. Pero es que de esos 6.100 parados jóvenes, 2.700 lo son de los comprendidos entre los 20 y 24 años, que representan un 8% de los jóvenes de esa edad que no están estudiando.

En cuanto al tiempo en que los parados permanecen en situación de desempleo, el 18% lo encuentra inmediatamente, el 16% al cabo de un mes, el 19% a los dos meses, el 17% entre 3 y 5, el 10% entre 6 y 11, el 7% después de más de un año y un 12% después de más de dos años, con lo que el trasiego constante del paro al contrato eventual y viceversa se confirma. Con todo, los últimos datos apuntan a que, en la actualidad, cada vez cuesta más tiempo pasar del paro al empleo.

La protección por desempleo ha alcanzado al 47% de los parados y un 22% ha percibido la ayuda familiar.

Como dato significativo, los parados, clasificados por su grado de formación, siguen el siguiente orden: el 35% tiene la ESO o equivalente, el 26% bachiller o equivalente, el 25% educación superior y el 14% restante primaria.

En lo que a temporalidad se refiere, el 75% de los jóvenes comprendidos entre 16 y 24 años tiene un contrato eventual, y entre los 25 y 30 años un 40%.

En Cantabria hay 17 ETT´s que han formalizado 15.784 contratos de puesta a disposición (prestamismo laboral) en lo que va de año.

En total, y en lo que va de año, se han firmado 154.819 contratos eventuales, a una media de menos de cinco meses por contrato.

Otros datos que sirven para completar el cuadro pueden ser el salario medio, la pensión media y el porcentaje de personas que viven por debajo del umbral de pobreza.

El salario medio, en Cantabria, asciende a 21.357 € /año, siendo el salario medio de las mujeres un 27% menor que el de los hombres.

Los ingresos por hogar, en nuestra Comunidad Autónoma, oscilan desde menos de 9.000 € /año, con un 13,7% de hogares, un 13,2% con ingresos de 9.000 a 14.000, un 18,3% de 14.000 a 19.000 y un 16% con ingresos entre 19.000 y 25.000 € /año. Hay un 20,8% que ingresa más de 35.000 € /año.

En España, el umbral de pobreza estaba fijado, en 2006, en 6.278 € /año. En Cantabria, el 15% de las personas viven con ingresos inferiores a esa cantidad. Serían más de 80.000 personas.

Por último, la pensión media, en Cantabria, se sitúa en 678 € /mes (9.492 al año), siendo la de jubilación de 765 y la de viudedad de 500 € /mes.

Todos estos números explican (¿?) que, a lo largo de 2007, apenas haya habido conflictividad laboral (cero huelgas hasta la de Moehs), que se hayan autorizado expedientes de suspensión de contrato que afectan a 837 trabajadores sin que haya habido respuesta alguna, que las demandas presentadas en los Juzgados de lo Social hayan sido sólo 1.253, que las conciliaciones alcanzadas sin llegar al juzgado hayan sido 174, y que hasta el momento haya más de 114.000 asalariados pendientes de que se renueve su convenio.

Y el dato estrella: el valor estimado del trabajo oculto, no contabilizado, de las mujeres en el hogar, según estudios recientes, alcanzaría, en Cantabria, el 40% del Producto Interior Bruto o, lo que traducido en dinero, serían 1.300.000.000 € anuales (mil trescientos millones)

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¡Ojo! Los datos del paro de noviembre último elevan el número total de parados a 20.702, si bien las proporciones aquí estudiadas no cambiarán significativamente.

¿QUÉ ENTENDEMOS POR PRECARIEDAD?

Abordar el tema de la Precariedad obliga a delimitar, a quienes vayamos a hacerlo con trabajo y medidas prácticas, qué es lo que entendemos sobre él, y de una manera clara y lo más homogénea posible, pues hay que tener en cuenta que se trata de una realidad compleja, que encierra muchas contradicciones, incluidas las que se producen entre los propios trabajadores, según sea la forma o el grado en que el problema les afecte.

Definir, por otra parte la Precariedad, si es que queremos que la definición tenga sentido práctico, no puede quedarse en la superficialidad o en las distintas formas en que se manifiesta, sino que debe abordar sus causas, su esencia y su evolución histórica.

Precariedad, además de complejo, es un concepto relativo, ya que no tiene la misma repercusión, ni material ni subjetiva en todas las partes del planeta. A nosotros, inicialmente, nos interesa ver cuáles son las formas en que se manifiesta en esta parte del mundo, en qué medida afecta material y sicológicamente, qué significa en comparación con situaciones anteriores. No produce la misma angustia no-tener que dejar-de-tener, o dejar-de-tener porque nos lo han robado que por haberse uno conformado.

PRECARIEDAD

Según la Real Academia, precario es lo que tiene “poca estabilidad o duración”, el que “no posee medios o recursos suficientes”, el que tiene algo “sin título de propiedad, por tolerancia o desconocimiento de su dueño legal” y, concreta (curiosamente) en el “docente que ocupa un cargo provisionalmente”.

Precariedad, inicialmente, se ha utilizado en sustitución-de o como equivalente-a eventualidad, refiriéndose, únicamente al carácter temporal del contrato.

Sin embargo, paulatinamente, el concepto ha ido abarcando otros aspectos de la vida laboral e incluso personal del individuo. La insuficiencia de medios económicos (bajos salarios o jornadas cortas), el no reconocimiento profesional (pérdida del derecho a una categoría, en función de una preparación y experiencia), la inseguridad en el puesto de trabajo (movilidad funcional y/o geográfica ), los cambios de horario no previstos supeditados a las necesidades de la producción, la cada vez mayor dependencia en los ingresos de elementos variables (primas, incentivos, asistencia, objetivos, etc.) y, por supuesto, los riesgos para la integridad física del trabajador, son aspectos que cada vez son más tenidos en cuenta cuando hablamos de precariedad.

El propio carácter de la temporalidad no afecta de la misma manera según sea la modalidad de contrato en que esté sustentada. No todo los contratos temporales producen la misma inseguridad. No produce la misma inseguridad un contrato de duración determinada que un contrato de interinidad, de sustitución, de formación, de temporada (fijo discontinuo) o de obra. Tampoco se manifiesta esa inseguridad de la misma manera cuando se trata de la primera empresa contratante o de las sucesivas subcontratas, donde la inexistencia de los contratos “informales” está a la orden del día en los últimos eslabones de la cadena (emigrantes, sobre todo, los sin papeles, etc.). En cualquier caso, el componente básico y esencial de inseguridad, común a todas las modalidades, es el chantaje de la no-renovación del contrato que todos los trabajadores eventuales padecen.

Y, aunque, no se dé en igual medida en todas las situaciones, el cada vez mayor grado de incumplimiento de la legalidad por parte de los empresarios y la impunidad con que en la práctica lo llevan a cabo, hace que la sensación y, algo más, la incertidumbre objetiva sobre el futuro, cada vez esté más generalizada, abarcando, incluso, a los que tienen contrato indefinido.

A todo ello hay que añadir la indefensión que siente el trabajador o trabajadora, no sólo por el desamparo efectivo con que se encuentra ante los tribunales y las autoridades, sino, y, sobre todo, por la dificultad e, incluso, la imposibilidad material de agruparse con sus compañeros para llevar a cabo una acción de respuesta, una reclamación de derechos o simplemente una protesta, dado el efecto disgregador que toda esta situación produce.

La precariedad también viene dada por la aceptación más o menos voluntaria pero, en alguna manera, inconsciente, de un criterio que la política neoliberal ha ido imponiendo en los últimos tiempos, aceptado por políticos y sindicatos, en general, cual es el de la flexibilidad necesaria en las relaciones laborales (la menor regulación posible o ninguna), como condición para que los empresarios puedan crear empleo. Ante esta afirmación no se han formulado alternativas “suficientemente autorizadas” o han sido acalladas o ignoradas deliberadamente, de tal manera que, la mayoría de los trabajadores tiene asumido que ello es así o que, sencillamente, no hay quien pueda luchar en su contra.

Sobre las causas recientes de esta situación en las relaciones laborales, tanto a nivel de Cantabria, como del estado español y el mundo occidental, en general, así como del origen, más lejano en el tiempo, podemos hacer todo un discurso que, por otra parte, ha sido reflejado en numerosas aportaciones, a lo largos de estos años, pero que, si llegamos hasta las causas últimas, veremos que la raíz del problema se sitúa en la misma esencia del sistema económico-político imperante: en la condición de desposeídos de la mayor parte de la población, unida a la de ser, paradójicamente, “ciudadanos libres e iguales en derechos” (pero obligados, de hecho) que nos permite vendernos “libremente” (nuestra fuerza de trabajo, nuestro tiempo) al mejor postor (léase empresarios, Estado, etc.), cuando no suplicar que nos compren al precio que quieran, para sobrevivir nosotros y nuestras familias. Ello hace que los trabajadores nos veamos sometidos, mal que nos pese, a los vaivenes que las contradicciones internas del propio sistema produce, y seamos nosotros quienes carguemos con el peso de las sucesivas crisis ocasionadas por esos vaivenes, y que ahora se manifiestan en esta forma específica de explotación, la precariedad galopante, fruto de una política que pretende que cada vez haya más demandantes de empleo que empleos se creen, de forma que la obtención de uno de esos empleos sea el objetivo principal, si no único, por el que luche cada trabajador individual, dejando de lado otras reivindicaciones y renunciando, si llega el caso, a derechos adquiridos en otros tiempos, fruto de la lucha colectiva y de pactos sociales.

La lucha, por tanto, contra la Precariedad debe abarcar diversos frentes, el ideológico y teórico, el jurídico, pero también el concreto de cada situación particular, dando prioridad según los casos, mediante medidas y acciones de información, explicación, movilización de todo tipo, dentro de los cauces que ofrezca la legalidad y también utilizando otros al margen, basados en el sentido común y en la fuerza de la unión.

Por último, y a modo de catalogación, podemos definir la precariedad en función de:

- La temporalidad del contrato de trabajo: eventual o indefinido
- La misma modalidad del contrato: por obra, de sustitución, por tiempo determinado, etc.
- La duración de la jornada de trabajo: completa o parcial
- La fijeza de los conceptos por los que se cobra: salario base, antigüedad, primas, plus de puesto, etc.
- La desaparición, de hecho y de derecho, de conceptos que dan más seguridad jurídica al trabajador: derechos adquiridos de categoría, puesto de trabajo fijo, funciones bien definidas, etc.
- El nivel de protección social en caso de desempleo
- El grado de incumplimiento, por parte del empresario, de sus obligaciones legalmente reguladas
- El grado de impunidad con que se da dicho incumplimiento: por falta de respuesta de los trabajadores y por falta de exigencia de las autoridades
- La dispersión de los trabajadores y la dificultad para organizarse, elegir delegados, sindicarse, recibir información, etc.
- La falta de solidaridad de los trabajadores fijos, de los comités de empresa y los sindicatos


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Nota. Alguna documentación complementaria podemos encontrar en la web del SUC, en la sección de Información/Áreas/Precariedad, en www.sindicatounitariodecantabria.org