domingo, 27 de abril de 2008

INTERVENCIÓN DEL SUC EN LA JORNADA CONTRA EL TRABAJO PRECARIO

Compañeros y compañeras: en nombre del Sindicato Unitario, un saludo a todos los presentes.

De manera especial, saludamos la decisión de la Intersindical Cántabra de escoger el problema de la Precariedad como tema central de denuncia, propaganda y acción, porque ello significa que valora la importancia que el problema tiene y la necesidad de dedicar esfuerzos a luchar contra él. Desde el SU sabemos que las decisiones de los sindicatos que componemos la Intersindical significan compromiso y responsabilidad, y no meras declaraciones para la galería. Por eso estamos doblemente satisfechos por esta decisión.

Saludamos, por último al grupo de jóvenes, ellos y ellas, que con su dedicación, creatividad, esfuerzo y entusiasmo han hecho posible la celebración de esta Jornada, que todos sabemos que va a resultar un éxito.

Pero, yendo al grano de lo que nos ocupa, el Trabajo Precario, queremos decir que, si precario es todo aquello que tiene poca estabilidad o duración, que no posee los medios o recursos suficientes para existir, que tiene un futuro incierto, desde nuestro punto de vista sindical, están en precario no sólo los eventuales, quienes no tienen un empleo fijo, sino también los parados, por supuesto, pero también muchos de los que teniendo un empleo fijo, trabajan por horas, a media jornada, o por temporada, los que no tienen ingresos suficientes, los que son cambiados continuamente de puesto de trabajo, los que arriesgan su salud y su vida trabajando en condiciones inseguras, y muchos otros más que son víctimas de la falta de protección ante los incumplimientos flagrantes de las condiciones del contrato y de la legalidad por parte de los empresarios y la Administración.

Son, en Cantabria, más de 100.000 personas, hombres y mujeres, con necesidad de trabajar y ganarse el sustento, los que padecen esa situación de paro, eventualidad y falta de ingresos. Casi uno de cada dos, de quienes, teniendo edad y ganas de trabajar, y quieren hacer proyectos de futuro para su vida, no pueden hacerlo.

Pero son también otros muchos quienes cada día que van al trabajo no saben con qué se van a encontrar, si van a poner en riesgo su vida y su salud, si su larga experiencia les va a servir para algo, si tendrá algún sentido la formación que han adquirido.

Para esas 100.000 personas, la situación es más grave, sin duda, pero la Precariedad avanza y acabará alcanzándonos a todas y todos los demás.

Capítulo aparte lo forman los inmigrantes, los que han llegado a nuestra tierra en una búsqueda desesperada de medios para sobrevivir, y que se encuentran aquí sin siquiera el derecho a contar en las estadísticas.

Todos somos precarios… pero unos más que otros, aunque cada uno lo sienta de una manera.

No es lo mismo que no te renueven el contrato a los veinte años, que ser despedido después de treinta de antigüedad en la empresa. No es lo mismo que se aprovechen de que no tienes papeles, que no te reconozcan tus títulos para optar a un empleo. No es lo mismo trabajar sin contrato, que trabajar sin que te paguen las horas. No es lo mismo sufrir acoso por ser mujer, que te den con la puerta en las narices cuando llevas una reclamación. No es lo mismo tirarte al agua cuando la patera se hunde, que subirte a un andamio sin sujeción. No es lo mismo no poder pagarte unas vacaciones, que no poder pagar la hipoteca todos los meses. No todo es lo mismo. Pero es cierto que todos podemos vernos afectados, de una u otra forma, por alguna de esas situaciones.

No vamos a perder mucho tiempo en descubrir cuáles son las causas que producen Precariedad. El que haya trabajo precario no es algo natural.

El que haya trabajo precario se debe al ansia desmesurada de obtener ganancias por parte de los empresarios, y la falta de responsabilidad para afrontar los efectos de su mala gestión. Es eso lo que les lleva a reducir salarios, a aprovecharse de todos aquellos que suspiran por tener un empleo, que cada vez son más, a no invertir en medidas y medios de seguridad, a no cumplir sus obligaciones legales y a cargar sobre el Estado el mantenimiento de los trabajadores y trabajadoras cuando no son capaces de darles trabajo. Y, además, piden que les rebajen los impuestos.

Pero ellos no están entre nosotros, no está Botín entre nosotros, ni Revilla, ni Solbes ni Zapatero. No están aquí los culpables.

Estamos aquí quienes pensamos que esa situación es injusta.

Estamos aquí quienes la padecemos.

Estamos aquí quienes mostramos la sensibilidad suficiente como para decir que nada de lo que ocurre en el mundo nos es indiferente.

Y, sobre todo, estamos aquí quienes queremos que la situación cambie y quienes estamos dispuestos a hacer algo para conseguirlo.

A nosotros mismos, a todos los presentes nos dirigimos. Porque la Precariedad, tarde o temprano, nos afectará a todos. No podemos desentendernos. Aunque no sea más que por egoísmo o autodefensa.

“Primero vinieron a por los comunistas, y yo no dije nada, porque no era comunista”, decía Bertold Brecht, “después vinieron a por los socialistas, a por los sindicalistas, a por los judíos,… nada de eso era yo y, por eso, no dije nada. Cuando vinieron a casa a buscarme no quedaba nadie que pudiera hablar por mí”.

Si cuando ves a una mujer maltratada dices que tú no eres mujer, si cuando veo a un inmigrante vejado y apaleado digo que yo no soy inmigrante, si cuando vemos que no renuevan contrato a un compañero pensamos que nunca eso nos pasará a los fijos, si cuando echan al paro a un joven dices que por ahí pasamos todos antes, si cuando cae un compañero en un accidente pensamos que igual él tuvo algo de culpa, si cuando vemos una empresa quebrar, quienes trabajamos para la Administración nos consolamos porque “nuestra empresa” no quebrará nunca, si dejamos pasar todo esto sin siquiera abrir la boca, es posible que, cuando tengamos que defendernos nosotros no quede nadie dispuesto a echarnos una mano.

Por lo que pueda pasar, porque pueden llegar a ser los nuestros, nos interesa implicarnos en los problemas de los demás. No esperemos a vernos solos para reaccionar.

Pero, no sólo por nuestro interés particular, sino por nuestros principios, por ese internacionalismo, por la solidaridad de clase que siempre hemos defendido quienes nos consideramos de izquierda, por esos principios también estamos obligados a luchar contra el trabajo precario, y hacerlo permanentemente.

Necesitamos demostrarnos a nosotros mismos y explicar a los demás que el internacionalismo y la solidaridad empiezan por los más cercanos.

Que apelar a que existen mayores problemas en otras partes del mundo nunca nos librará del deber de ocuparnos de los problemas de aquí.

Pero, sobre todo, necesitamos tomar conciencia de que ser asalariados, hombres y mujeres que necesitan vender su fuerza de trabajo para sobrevivir, es lo que nos une, aquí y en cualquier parte del mundo, en esta o en cualquier otra situación, que eso es lo que nos identifica como una única clase, que eso es lo que hace que nuestras luchas sean, por sí mismas, internacionales e internacionalistas, que el trabajo asalariado es en sí mismo precario y que la forma real de librarnos de sus cadenas es luchar porque desaparezca, sumando nuestra lucha a todas las luchas que se dan en el mundo por alcanzar ese objetivo.

Es verdad que los trabajadores que más sufren la Precariedad no saldrán de ella si no luchan ellos mismos. Pero, los demás no podemos quedarnos de brazos cruzados.

El Sindicato Unitario, desde sí mismo, y desde la Intersindical Cántabra, nos llama a todos a formar parte de esa corriente de lucha que, a pesar de todas las represiones, de todas las dificultades, no desaparece, cae y se levanta, pero sigue adelante.

Allá donde haya un explotado habrá siempre un rebelde en potencia.

A todos los explotados y explotadas les decimos, pero, sobre todo, a los de esta parte del mundo, que no hay que tragar con todo, que nadie aquí se muere de hambre, que hay muchos que están en esa situación, que hay que encontrarlos, hacerles ver que es injusto estar así, que hay muchos derechos por reclamar, aún con los peores contratos, que hay que organizarse, que hay que unirse a quienes ya están organizados.

Cada trabajador y trabajadora que se afilia a sindicatos como los nuestros ya empieza a ser rebelde. Mucho más si se decide a participar activamente en la lucha de su sindicato.

Las puertas del Sindicato Unitario y de la Intersindical Cántabra están abiertas.

Gracias.